Premios Goalkeepers 2021
La Fundación Gates reconoce a cuatro lideresas que encabezan proyectos para alcanzar las metas de la Agenda 2030 de la ONU, como mejorar la salud, la igualdad de género o el acceso al agua potable
Cuatro mujeres han sido galardonadas en la sexta edición de los premios Goalkeepers que otorga la Fundación Gates anualmente a personas que contribuyen a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El reconocimiento, que se anuncia cada aniversario de la aprobación de esta agenda internacional para lograr un mundo más justo, pacífico y todavía habitable para 2030, cobra una especial importancia este año, en el que los progresos para alcanzar tales metas se han visto paralizados e incluso revertidos en algunos casos debido a la crisis económica y social desencadenada por la pandemia, según el último informe de la organización. Un impacto que, sin los esfuerzos de ciudadanos como las ganadoras, “podría haber sido peor”, en palabras de Bill Gates y Melinda French Gates. Este es su homenaje a esas iniciativas individuales.
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Entre las distinguidas está la ex directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka (65 años, Sudáfrica), en la categoría Global. La sudafricana ha cerrado en 2021 su mandato al frente de esta agencia con la celebración del Foro Generación Igualdad, en el que arrancó más de 1.000 compromisos y 40.000 millones de dólares a instituciones, Gobiernos y empresas para acabar con la violencia y discriminación que sufren las mujeres.
Comparte cartel con tres jóvenes activistas: la bangladesí Fairooz Faizah Beether, de 24 años, impulsora de una plataforma en internet para garantizar el acceso a la atención de la salud mental en su país; Jenifer Colpas, colombiana de 30 años que dirige Tierra Grata, una empresa social que desarrolla soluciones de bajo coste y fáciles de instalar para proveer servicios de energía limpia, agua potable y saneamiento a las comunidades rurales de Colombia; y Sheriff Satta, original de Liberia, quien con 23 años lidera la ONG Action for Justice and Human Rights (AJHR), que fundó para defender y garantizar el acceso a la justicia y el respeto de los derechos humanos, especialmente de mujeres y niñas.
En ruta hacia una buena salud mental
“Mi padre fue asesinado cuando yo era adolescente. No fue un comienzo agradable de mi adolescencia y afronté los cambios de esa etapa sin él. Mi familia era mi madre”, relata Faizah por videollamada desde su domicilio. “Cuando estaba acabando la secundaria, no lo sabía, pero sufría una profunda depresión”, recuerda. Su progenitora hizo todo lo posible porque ella obtuviera tratamiento, pero no fue fácil en un país, Bangladés, en el que hay carencia de recursos y expertos, y sobran las dosis de estigma y tabú en torno a la salud mental. Por eso, Faizah pensó en estudiar psicología en la universidad. “Para ayudar a otros”. Y lo intentó.
La plataforma Moner School empezó como un espacio en el que poder hablar sobre salud mental sin ser juzgado
Dejó atrás su país y se mudó a Sidney (Australia) para cursar la carrera. Hasta que decidió dejarla y regresó junto con su madre, pero siempre con la idea de “hacer algo” para mejorar la salud mental. La oportunidad le llegó cuando atendió a un curso de tres meses sobre emprendimiento social que impartía la organización BRAC. Allí formó un grupo junto con otras seis personas para idear un proyecto: “Crear un espacio en el que poder hablar sin ser juzgado”. Así nació la Moner School hace tres años.
Hoy, tirando de ahorros personales de sus integrantes, la plataforma en línea ha crecido y provee más información especializada y pone en contacto a pacientes y terapeutas. Ahora, con el premio de 10.000 dólares (8.500 euros aproximadamente), por su contribución a la consecución del ODS 3 ―garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos―, Faizah planea dar el salto a las escuelas para acabar con los falsos mitos en torno a la salud mental y el acoso entre los estudiantes de primaria. “Mucha gente cree que si va a un psicólogo va a ser etiquetado de loco. Y no quieren”, explica. También esperan ganar visibilidad para atraer más financiación y seguir creciendo.
La diferencia de tener un retrete
Pocos días antes de que los líderes del mundo se pusieran de acuerdo en aprobar los ODS (el 25 de septiembre de 2015), nació Tierra Grata, un emprendimiento social para llevar energía, agua y saneamiento de bajo coste a comunidades remotas de Colombia. Una de sus impulsoras, Jenifer Colpas, de 30 años, ha sido galardonada por la Fundación Gates, en la categoría de Progreso de los premios Goalkeepers por su aportación para alcanzar el Objetivo número 6: garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible.
En 2015, el 90% de la población colombiana tenía acceso a agua potable; el 10% restante se concentraba en las zonas rurales. Lo mismo sucedía con el saneamiento: mientras el 97,6% de los ciudadanos del distrito de Bogotá disponían de un retrete, apenas lo tenían un 33% de los moradores del Chocó. Esa desigualdad, que Colpas ya había presenciado en India, donde tuvo su primera experiencia laboral en 2011, “con mucha empresa tecnológica y mucha pobreza”, es la que conmovió a Colpas y la encaminó a buscar soluciones para reducir las brechas sociales en su Colombia natal.
Colpas buscó y encontró a otras personas con sus mismas inquietudes. “Nos dimos cuenta de que cuanto más nos alejábamos de las áreas urbanas, más difícil era el acceso a servicios básicos. Había menos electricidad, agua o inodoros”, detalla. Ya tenían el diagnóstico y las soluciones tenían que ser baratas y accesibles, para que las familias pudieran contribuir a la adquisición y montaje de los servicios. Como el baño seco, una estructura modular que se monta en 40 minutos, no necesita agua, permite la transformación de las heces en fertilizante y tiene una ducha incorporada. Cuesta unos 900 dólares (760 euros), de los que el 30% corren a cargo de los beneficiarios. “No creemos en la ayuda asistencialista”, apunta.
“Este premio nos permite visibilizar estos temas. Bill Gates habla mucho de retretes, pero no es lo normal”, comenta Colpas por video desde su oficina. “Y tener un baño es fundamental, sobre todo para las mujeres”. La Fundación Gates coincide. “Este es un tema urgente para el país, donde 4,9 millones de personas carecen de acceso a un baño decente, y 1,4 millones de personas no tienen acceso a baños limpios agua”, escribe en el fallo, que valora que Tierra Grata ha logrado llegar a unas 10.000 personas con sus soluciones.
Mujeres con vidas libres de violencia
Sheriff Satta, de 23 años, sueña con una Liberia en la que las mujeres no teman ser violadas y en la que, en caso de sufrir una agresión, haya justicia. Con ese propósito fundó y dirige la organización juvenil Acción por la Justicia y los Derechos Humanos (AJHR, por sus siglas en inglés). En su haber está el logro de que el presidente del país, George Weah, declarase las violaciones como un asunto de emergencia nacional, asignando un presupuesto de cuatro millones de dólares (3,4 de euros), en 2020. “La pandemia incrementó los casos”, explica.
La violencia sexual contra las mujeres aumentó en un 50% en Liberia durante la pandemia. El Ministerio de Justicia registró más de 600 casos de violación denunciados solo entre enero y junio, una tasa cercana a los 803 de todo 2015. Y el Índice de Desigualdad de Género de 2020 del informe de desarrollo humano del PNUD sitúa al país en la posición 177 de 188.
Lamentablemente, confirma Satta, los ataques y abusos contra las niñas y mujeres no son nada nuevo. “Cada día, cuando enciendes la radio, escuchas casos de mujeres agredidas. Yo tengo familiares supervivientes de abusos”, dice. Ese constante goteo de violencia y discriminación movilizó a la joven. “No te puedes quedar parado. No quiero que me pase a mí ni a ninguna chica”, razona. Con sus campañas, manifestaciones y otras acciones, los integrantes de AJHR también kuchas contra la impunidad. “Solo el 20% de los perpetradores son juzgados”, lamenta la joven al otro lado de la pantalla de su teléfono móvil.
“Solo somos gente joven que queremos cambiar las cosas, pero a veces nos tachan de alborotadores”. El galardón, apunta, es a la vez una ayuda y un reto. Les da visibilidad dentro y fuera de sus fronteras. Para lo bueno y para lo malo. Ella espera que, sobre todo, les beneficie para conseguir fondos para continuar su labor. “Nuestro trabajo es necesario para hacer de Liberia un país seguro para las niñas y las mujeres. Y el premio hará que otros jóvenes encuentren en nosotros una inspiración para seguir luchando por avanzar”, defiende. Lo mismo ha considerado la Fundación Gates que ha valorado su contribución al ODS 5: lograr la igualdad de género y autonomía de las mujeres.