Maternidades precarias’: tener hijos en un mundo impredecible

En su ensayo, la periodista de EL PAÍS Diana Oliver disecciona los retos y dificultades a los que se enfrentan las madres en un contexto de incertidumbre laboral y habitacional atenazado por la presión del individualismo.

 El interés editorial que ha despertado la cuestión de la maternidad en época reciente no puede considerarse casual. Pocos temas tan relevantes para la humanidad en todos los tiempos verbales han estado tan invisibilizados como las vivencias, necesidades y retos asociados a lo reproductivo. En su ensayo Maternidades precarias, la periodista de EL PAÍS Diana Oliver se introduce en los vericuetos de la crianza desde la perspectiva de la precariedad en su acepción española: la incertidumbre con que las madres del siglo XXI emprenden la aventura de tener hijos probablemente sea compartida, pero aquí se manifiesta con rasgos identitarios distintivos como la inestabilidad laboral y habitacional endémicas, un bagaje histórico particular y un marco legal específico.

Oliver no escribe su ensayo sola. La escoltan los testimonios y experiencias de familiares, amigas, conocidas y expertas, así como las citas de escritoras cuyas reflexiones enriquecen el relato y reciben su justo crédito como piezas del ensamblaje teórico del libro, que remite a dos reivindicaciones fundamentales: colocar la idea de la precariedad en el centro y la de la maternidad a la cabeza del feminismo. Todas esas voces, guiadas por la de Oliver, quieren acompañar a las mujeres que, a diferencia de otras épocas, afrontan la maternidad en la paradójica soledad de las ciudades: rodeadas de gente por doquier, pero sin redes de sujeción que amortigüen las caídas. Como cuenta la periodista, la tradicional comunidad ha sido reemplazada por sucedáneos como los grupos de madres de WhatsApp donde, a falta de referentes de carne y hueso, se comparten información y desvelos a la luz de la pantalla.

La autora subraya la necesidad de “desproblematizar la maternidad”, entendida como “algo natural” que “debe ser una elección, no un impedimento ni un sufrimiento”

La precariedad que atraviesa las maternidades contemporáneas —­las de hecho y, también, las deseadas sin llegar a ser cumplidas— se encuentra profundamente arraigada en el mercado laboral y su devenir dentro del sistema capitalista. A falta de cambios estructurales que permitan alcanzar un verdadero compromiso social, los debates en torno a la crianza se sustentan sobre la peana de aire de los “discursos vacíos sobre los cuidados y la conciliación”. “El tiempo ha demostrado que conseguir tal equilibrio [entre maternidad y trabajo] es imposible”, recalca Oliver, que advierte sobre la trivialidad del marketing de la felicidad que encarnan los tan cacareados autocuidados, el mindfulness y los mantras de taza de desayuno. Es hora “de cuidar la salud materno-infantil por encima de lo laboral” sobre las bases de un nuevo marco jurídico, reclama. “Porque solo así dejaremos de ver las guarderías gratuitas y la explotación de otras mujeres como la panacea de la conciliación”.

Cuando habla de las familias que contratan a mujeres para que trabajen en su casa y, de ese modo, ellas puedan salir a trabajar fuera, Oliver está apelando a la mal llamada clase media, determinada en esta época por sus “privilegios precarios”. Pero la autora no se olvida en su discurso ni de las personas en situación de pobreza, ni de las racializadas, ni de las disidentes de la norma. Tampoco obvia las evidentes satisfacciones que aportan los hijos, aunque el foco está puesto en las dificultades y conflictos. Precisamente con el objetivo contrario: subrayar la necesidad de “desproblematizar la maternidad”, entendida como “algo natural” que “debe ser una elección, no un impedimento ni un sufrimiento”. Al tratarse de un ensayo sobre mujeres y feminista, podría caerse en el error de pensar que ese mismo es el principal, si no único, público objetivo de Maternidades precarias. No debería. Frente al individualismo que es signo de los tiempos, se trata de apelar a las responsabilidades colectivas. Ni más menos que transformar el mundo.