Derecho a la desconexión digital: qué es y por qué es tan difícil respetarlo en tiempos de la COVID-19
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La ley recoge que los empleados no tengan que responder a sus comunicaciones fuera del horario laboral, pero que se cumpla este derecho también depende de las políticas internas de las organizaciones
“Suelo decir que las leyes no hacen milagros, son una potente palanca de cambio, pero en muchos casos no son suficientes”, afirma Concepción Campos Acuña, doctora en Derecho y Directiva Pública Profesional. “En este caso, la regulación podría ser suficiente si se acompañara de las medidas organizativas y operativas necesarias para su implantación. La regulación española fija las bases para garantizar este derecho, pero en la práctica depende en gran medida del voluntarismo de cada organización”, ahonda la especialista.
La ley establece que el trabajador no está obligado a contestar WhatsApps, correos electrónicos o atender llamadas más allá de su horario laboral
Una obligación de las empresas
El derecho a la desconexión digital es el derecho de los empleados a no contestar videollamadas, emails, WhatsApps o cualquier otro tipo de comunicación fuera de su horario laboral. Consiste en respetar el tiempo de descanso, los permisos y las vacaciones, además de la intimidad personal y laboral de los trabajadores. Además, la ley también recoge la obligación de la empresa de establecer una política interna de desconexión digital, previa audiencia de los representantes de los trabajadores, para que se garantice.
Para los expertos, dichas políticas de las empresas, acordadas con los trabajadores, y otras medidas como el registro de la jornada diaria y de las horas extraordinarias favorecen el ejercicio del derecho a la desconexión digital. Por ejemplo, la prolongación indebida de la jornada sin retribución, aunque sea una realidad, es una infracción de normas sancionable, al igual que el trabajador siga conectado de forma irregular durante los descansos o fuera de la jornada. Pero existen otros factores más allá de la regulación.
La influencia del teletrabajo
Las medidas que empresa y empleados negocien deben encaminarse hacia un uso razonable de las herramientas tecnológicas “que evite el riesgo de fatiga informática y la obesidad digital. Serán las distintas opciones que se dispongan por las organizaciones las que nos digan si se están haciendo bien las cosas”, destaca la abogada. El primer año de la ley no fue muy destacable. Según Comisiones Obreras, poco más de un 11% de los convenios laborales firmados un año después de la entrada en vigor de la ley mencionaban el derecho a la desconexión.
La COVID-19 ha fomentado que sea más difícil desconectar. Para mejorarlo, el Gobierno dio lugar al Real Decreto-ley 28/2020 sobre el teletrabajo, que entró en vigor en octubre de 2020, y que también garantizaba la desconexión digital, entre otras medidas. “Recientemente el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución pidiendo a la Comisión que trabaje en una ley para garantizar este derecho en el ámbito del teletrabajo, ya que la pandemia ha tenido un impacto global y ahora mismo se trata de una necesidad generalizada”, explica Campos Acuña.
La regulación española fija las bases para garantizar este derecho, pero en la práctica depende en gran medida del voluntarismo de cada organización”
Concepción Campos AcuñaDoctora en Derecho y Directiva Pública ProfesionalLos riesgos de estar siempre disponible
La falta de desconexión digital no es un asunto baladí. La consultora tecnológica Capgemini señalaba, a mediados de 2020, que los profesionales se sentían más cansados y un 56% daba como causa la conexión permanente; además, según la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), las personas que trabajan desde el hogar con regularidad son más del doble de propensas a trabajar por encima del límite máximo de 48 horas semanales y corren el riesgo de descansar menos de las 11 horas requeridas entre días laborables.
Para los expertos, el miedo a perder el trabajo y la cultura de la presencialidad hace que al trabajador le cueste desconectar. “Es un tema complicado porque en muchos casos el trabajador puede verse condicionado por el sesgo de ‘si no atiendo la llamada o no respondo el correo ahora puedo perder mi trabajo o limitar mis posibilidades de promoción profesional’, especialmente en un escenario de incertidumbre y crisis”, comenta la experta. Para ella, aunque haya diferencias entre los empleados, “no debe confundirse responsabilidad profesional con esclavitud digital”.
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Del bienestar de los trabajadores a una nueva cultura laboral
Otro problema es que el teletrabajo se ha impulsado debido a la pandemia sin una preparación previa. La urgencia económica ha hecho que muchas personas cuelguen el cartel de ‘siempre disponible’. Un análisis reciente de GlobalWebIndex afirmaba que el 74% de los teletrabajadores revisa su correo fuera del horario laboral, frente al 59% de quienes no trabajan en remoto. Por ello, otra de las consecuencias más destacables, junto con el llamado tecnoestrés, es menoscabar la conciliación familiar y la intimidad, la cual también influye en la brecha de género.
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La clave reside, no solo en garantizar el derecho a la desconexión digital y el cumplimiento de la ley, sino en fomentar un entorno de confianza, dar autonomía a los empleados, ayudar a la flexibilidad, marcar pautas organizativas y preocuparse por el bienestar con planes de salud, remarcan los especialistas. Por ejemplo, empresas como Banco Sabadell han puesto a disposición de sus empleados psicólogos para aprender a afrontar los nuevos escenarios y ayudarles a gestionar el estrés emocional que puede provocar la situación derivada de la COVID-19.
Aunque haya diferencias entre el grado de responsabilidad de unos empleados u otros e incluso siendo directivos, no debe confundirse responsabilidad profesional con esclavitud digital”
Concepción Campos AcuñaDoctora en Derecho y Directiva Pública ProfesionalSin embargo, el reto será construir una nueva cultura laboral. En 2017, un informe de ESADE e InfoJobs recogía que el 51% de la población activa española declaraba responder correos electrónicos y atender llamadas de trabajo durante su periodo de vacaciones o en sus fines de semana y que solo el 28% de las empresas españolas tenía alguna política de desconexión digital. Por entonces no había pandemia, pero, tal y como destacan los expertos, esta puede servir para reformular cuál podría ser la mejor forma de trabajar.