La implantación masiva del teletrabajo, forzada por la pandemia el año pasado, ha permitido a millones de empleados de todas partes del mundo probar una forma de vivir la jornada que hasta la sacudida del coronavirus estaba reservada a una minoría. Aunque los trabajadores valoran la reducción en los desplazamientos, la flexibilidad horaria y la mayor facilidad para conciliar, no todo son luces en lo que a trabajar en remoto se refiere.
Según una encuesta realizada conjuntamente por el sindicato CSIF y la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), dos de cada tres trabajadores (el 68%) consideran que el teletrabajo se implantó de forma improvisada y sin un plan en su empresa, y el 72% cree que el reparto de la carga doméstica entre hombres y mujeres está ahora «igual o peor que antes» de su llegada. Entre las quejas más repetidas por los encuestados se encuentra la falta de desconexión digital, un derecho que uno de cada cuatro considera que sus empleadores no respetan.
«El riesgo de una mala implantación del teletrabajo es dejar a las personas lejos de los centros de poder y organización del trabajo y limitar sus derechos de progresar profesionalmente. Hemos pasado de un cierto presentismo a tener un cierto absentismo online«, valoró José Luis Casero, presidente de Arhoe, durante la presentación del informe.
El cuestionario, realizado entre diciembre del año pasado y junio de 2021, cuenta con la opinión de 4.400 empleados con representación del sector público y del privado. Según se desprende de sus respuestas, el 74% de los participantes en la encuesta sostiene que el teletrabajo se ha implantado en su centro.
Más conciliación, pero menos reparto de tareas
Eva Fernández, secretaria de Igualdad de CSIF, se muestra preocupada por los resultados que apuntan a que el teletrabajo no ha contribuido a un reparto de tareas más equitativo en el hogar. «Vemos que las españolas afrontan más tareas domésticas desde el inicio de teletrabajo por la desigualdad en el reparto de roles», expresó Fernández también en comparecencia ante los medios. Y es que, según los datos que maneja este sindicato, las mujeres se acogen al teletrabajo para conciliar casi el doble que los hombres: un 64,3% frente al 35,7%.
«Corremos el riesgo de utilizar el teletrabajo para que las mujeres aprovechen para estar en casa y se encarguen de las tareas del hogar, y que los hombres sigan de forma presencial siendo visibles y avanzando en su carrera», añadió Fernández, que destacó que se trata de una medida de «doble filo» para la población femenina.
«Mientras que las mujeres piden a las empresas educar para la igualdad y la corresponsabilidad, ayudas económicas para el cuidado de hijos o dependientes, reducción de jornada durante las vacaciones escolares… los hombres abogan en mayor medida por la desconexión digital o la reducción del tiempo de comida«, afirmó por su parte José Luis Casero, de Arhoe.
El 90% cree que es una buena vía para conciliar
Sin embargo, la visión global del teletrabajo sigue siendo indudablemente favorable entre los empleados. Prueba de ello es que el 90% de encuestados está a favor del trabajo remoto como vía para conciliar y ocho de cada diez se acogería al mismo si su empleador le diera la opción. Además, el 90% quiere que se mantenga la posibilidad de trabajar en remoto.
Los mayores atractivos para los encuestados a la hora de optar por el teletrabajo fueron evitar desplazamientos, un motivo que arguyeron el 49,3% de ellos, las mayores facilidades para conciliar (42,3%) y la flexibilidad en el horario (37,4%). De hecho, el 72% estima que su jornada laboral es ahora más flexible gracias al trabajo remoto y un 89% considera útil el teletrabajo para conciliar la vida personal y laboral.
Hacia un trabajo remoto mejor planificado
El gran experimento laboral que ha supuesto la pandemia ha revelado los problemas de implantar el trabajo remoto sin una planificación clara detrás. Para José Luis Casero, lo que se ha vivido hasta ahora «no ha sido teletrabajo, ha sido un sálvese quien pueda, en el que la gente ha ido a sus domicilios, se ha visto confinada, ha tenido a los niños en casa…». Casero insiste en que «no se trata de echarle horas delante de un ordenador mientras uno vigila con el ojo si se hacen las lentejas, lo que está haciendo el gato o los niños» y aboga «porque se forme a las personas en gestión del tiempo», para mejorar la productividad.
Por su parte, la secretaria de Igualdad de CSIF considera que «es importantísimo que el teletrabajo se implante mediante un plan concreto, con formación específica y criterios claros para denegarlo o no». Y los trabajadores coinciden: el 63% de los encuestados defiende que las personas encargadas de gestionar equipos deberían recibir formación específica para hacerlo correctamente.
Para dotar de un marco jurídico a esta incipiente figura laboral, el Gobierno aprobó recientemente la ley de trabajo a distancia, que recoge la mayor parte del contenido del decreto sobre la materia aprobado el pasado octubre. La norma exige para considerar el trabajo a distancia el empleado debe desarrollar un mínimo del 30% de su jornada en remoto y destaca la naturaleza «voluntaria y reversible» del mismo, tanto para el empleado como para el trabajador.
Además, trabajar en remoto no podrá suponer la asunción por parte del trabajador de los gastos relacionados con los equipos, herramientas y medios vinculados al desarrollo de su actividad laboral.