En un sector aún dominado por hombres, un equipo liderado y compuesto únicamente por mineras busca gemas de aguamarinas en el norte de Zimbabue
En la mina la conexión a internet es, en el mejor de los casos, inestable. Así que Rumbidzai Gwinji, directora de la empresa minera Zimbaqua, recurre a notas de voz para contar cómo trabajar en este sector, le ha servido para darse cuenta de que “el empoderamiento de las mujeres es posible, especialmente en el África rural”. En esta explotación a cielo abierto en el distrito de Karoi, en el norte de Zimbabue, más de 30 mujeres abren el suelo en busca de aguamarinas y encuentran en su empleo independencia y autoridad.
El equipo de Zimbaqua está formado íntegramente por mujeres como Tapiwa, madre soltera en la veintena que comenzó a sufrir maltrato cuando su marido se casó por segunda vez. O como Esther, que es la única que lleva dinero a casa, o Rutendo, que se hizo cargo de sacar a la familia adelante cuando su hasta entonces esposo los abandonó.
Las mujeres están, siempre están, pero la sociedad no quiere verlas. En Zimbabue, donde suponen más de la mitad de la población y viven principalmente en áreas rurales, son ellas las que llevan el mayor peso del trabajo agrario, pero lo hacen de manera informal y mal pagadas. Tampoco son ajenas al mundo de la minería: de acuerdo con el Centro Africano de Desarrollo de Minerales, entre el 40% y el 50% de la minería a pequeña escala y artesanal del continente pasa por sus manos. Sin olvidar que sobre ellas recae el peso del hogar y el cuidado de la familia.