Madres que buscan una nueva profesión para conciliar: «Me estoy formando para volver a tener a mi hija conmigo»
Sara Quiñonero tiene una hija de 10 años y, con una custodia compartida (sin red familiar), no puede ocuparse de ella con un empleo presencial. Como ella, otras muchas apuestan por aprender oficios digitales y poder así trabajar desde casa.
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Loscuidadosdentro del ámbito familiar constituyen una tarea tan necesaria como silenciada, aunque desde hace un tiempo se intentan poner sobre la mesa del debate público. Sostienen el sistema aunque, desde el punto de vista de la productividad, pasan desapercibidos por el mero hecho de no suponer ingresos en la cuenta corriente.
Cuidar a los dependientes es vital y padres y madres trabajadores fuera de casa se las ven y se las desean paraconciliar. Unos lo tienen más complicado que otros, porque las circunstancias en algunos casos pueden ser decisivas.Sara Quiñoneropertenece a este último grupo y ha encontrado un clavo al que agarrarse: formarse comoasistente virtualpara trabajar desde casa y poder cuidar a su niña.
Porque la pregunta es: ¿cómo se puedecriar en soledad, con una economía corriente, en una ciudad donde no tienes red que te sostenga ante cualquier imprevisto? La respuesta es sencilla:no se puede.Trabajar y cuidar no era viable. Lo probó tres años, pero no resultó bien. Sin empleo, Sara no pudo seguir pagando el alquiler en Alicante y desde hace algo más de un mes ha vuelto con sus padres a Madrid. ¿Su hija? «Se ha quedado allí. Lo entendió todo y sabe que esto es temporal. También sé que ella está bien», explica.
La conciliación, un ‘unicornio’
Su caso es difícil, pero no único. Dos datos: según un estudio de Infojobs, sólo el 35% de la población ocupada afirma tener facilidades para conciliar, siete puntos menos que el año anterior. La flexibilidad horaria, el teletrabajo y la jornada intensiva, dicen, son las razones de esta facilidad. Y el segundo: dice ‘El coste de la conciliación 2022’, un informe elaborado por la asociación Malas Madres que un57% de mujerescon hijos asegura haber asumido uncoste laboral, sea de índole económica (reducción de salario por ajustar su jornada) o de carácter profesional, por renunciar a asumir determinadas responsabilidades.
La semana pasada se celebró en Madrid una convención de esta ‘start up’ y muchas de esas ‘mamis digitales’ se vieron las caras por primera vez. Desde su fundación, en 2016, ha creado una comunidad global conmás de 4.000 madres trabajadoras.
Cuando reinventarse es la única opción
Volvamos a Sara. «Cuando vi el anuncio pensé que el universo se había alineado en mi favor», dice. El curso le costó unos 600 euros y dura tres meses. «Estudié Administración y Finanzas y mi fin es ser asistente virtual», explica y amplía: «La idea es ayudar a clientes con las facturas, a hacer papeleos, a domiciliar recibos… Son tareas que quitan tiempo, tediosas, y un empresario pierde mucho rato en ellas. Para agilizar todo eso está un asistente virtual».
Después de la teoría y dos semanas de entrenamiento práctico, Sara planea apuntarse a otro curso más especializado con acompañamiento personalizado. Se lo pagan sus padres, por suerte, y con ese «cohete», dice, espera tener el impulso necesario para volver a ser «independientemente económicamente» yvolver con su hija.
Ahora mismo Sara está centrada en su formación al 100% porque lo ve como su oportunidad, en mayúsculas. «Me agarro a esto porque lo peor ha sido separarme de mi niña y volver a casa de mis padres, con 40 años.. ¡Y menos mal que los tengo!». Lo más valioso del curso, en su opinión, es la red de mujeres que ha creado la plataforma Mamis Digitales.
Está aprendiendo a crear su marca, a hacer un currículum, a dar presupuestos… aunque reconoce: «Hoy en día, hay tutoriales en Youtube para aprender casi de todo de unamanera autodidacta. También lo que se enseña en este curso. Pero lo que le aporta valor es la red de contactos a la que tenemos acceso».
Su esperanza es encontrar en «esa ventana» la ayuda definitiva para encontrar clientes, resolver dudas de primeriza y, en definitiva, para incorporarse de nuevo al mercado laboral de un modo en el que pueda «ir a una reunión del cole» o recoger a su hija si la llaman porquetiene fiebre. O sea, lo que le sucede a cualquier padre que trabaja fuera de casa.
Ganas y optimismo, desde luego, no le faltan.